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¿Cuál es el idioma más difícil del mundo?
Si alguna vez has te has apuntado a clases idiomas como japonés, árabe o chino, lo más probable es que hayas pensado en algún momento que se trata del idioma más difícil del mundo. ¿Es cierto, o hay algún otro idioma todavía más difícil? En este artículo echaremos un vistazo a las lenguas difíciles y verás como el inglés ya no te parece tan complicado…
¿Cuándo decimos que una lengua es fácil o difícil?
Lo cierto es que la dificultad es algo muy subjetivo, y por eso resulta difícil hacer un top 5 universal. Aún así, hay idiomas y idiomas: no será igual de dificil el coreano, con un alfabeto cerrado de veintitantos caracteres o el chino, con miles y miles de símbolos. Entonces, los idiomas sí se pueden catalogar en distintos grupos según su complejidad, y según lo distintas que sean respecto a nuestra lengua materna.
Así, entre las más fáciles para los hispanohablantes, encontraríamos las lenguas latinas y vecinas: el italiano, el portugués y el francés. De cerca les seguirían las lenguas germánicas, como el alemán, y más difíciles serían el hindú, el tailandés, el turco o el coreano.
¿Entonces, cúal es el idioma más difícil del mundo?
Así pues, en el grupo de las lenguas más difíciles de aprender nos encontraremos cinco de las lenguas más complicadas del mundo. Si aprendes uno de estos idiomas en un par de meses, además de un genio, quizás seas también hiperpolíglota.
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El ruso: a pesar de compartir muchas raíces con las lenguas románicas y latinas, el ruso, para empezar, tiene un alfabeto distinto que habrá que memorizar (aunque no sea tampoco muy difícil): el cirílico. Otro dificultad añadida es la pronunciación. Aunque algunos sonidos fuertes (como las erres) las compartimos con el ruso, muchos otros se nos escapan. ¿Lo más difícil? Sin duda, su gramática. No tardarás mucho en aprender lo más básico… pero prepárate para años de esfuerzo y sudor para hablar y escribir sin errores gramaticales.
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El euskera: no nos debería sorprender si pensamos que todavía hoy no sabemos sus orígenes, y que la única lengua que se le asemeja, la íbera, aún no ha podido ser descifrada. Tampoco ayudan los centenares de inflexiones de su ya complejo vocabulario a base de prefijos, sufijos e infijos.
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El japonés: a menudo se lo considera el idioma más difícil del mundo, y no es por menos: miles y miles de caracteres (los kanjis) con distintos fonemas asociados a ellos según la palabra en que se encuentren, dos alfabetos fonéticos y una estructura jerárquica que se debe de adaptar a cada contexto. Por ejemplo, la misma frase dirigida a un compañero de nuestra misma edad cambiará completamente cuando nos dirigimos a alguien que nos merece el respeto, como a un sempai o a un sensei. Además, la cultura japonesa es muy supersticiosa y esto, tiene su efecto en el lenguaje como ocurre con los números y su significado.
Idiomas tan difíciles que quizás son algo más que simples lenguas…
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El árabe: su principal dificultad es su enorme variedad dialectal, dado a que se usa en muchísimos países distintos. Pero, aunque se pusieran todos de acuerdo en una sola lingüística, todavía tendríamos que aprender sus tres plurales, las cuatro variables de cada palabra y su pronunciación irregular. Ah, y no te olvides de su escritura que, para complicarlo todo aún más, a menudo omite las vocales cortas -que tendrás que saber adivinar por el contexto.
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El chino: para entendernos, el chino es la versión difícil del japonés, que, como ya hemos visto, ya es complejo de por sí. En el chino, los kanjis siguen viniendo a millares, pero sin un alfabeto silábico que nos sirva de guía. Por si fuera poco, hay que recordar que el chino tiene cinco tonos distintos (imperceptibles para los que lo hemos estudiado) que habrá que aprender a replicar, casi a modo de canto más que de habla. Además, un problema todavía mayor es que… ¿qué es el chino? ¿Y el mandarín? ¿Y qué hay del cantonés? ¿Y de las más de 50 etnias que habitan en este país multilingüe, como el mongol y el uyghyr? ¿Son idiomas distintos, o dialectos?
Quizás, si aprendes chino o árabe no estarás aprendiendo un sólo idioma, sino que dominarás… ¡toda una macrolengua!
Visto así, el inglés ya no parece tan difícil, ¿verdad?